¿Es realmente eficaz la suplementación con omega 3 en enfermedades autoinmunes?

Seguro que todos hemos escuchado hablar de la suplementación con ácidos grasos, pero entre todos los existentes, son los poliinsaturados omega 3 (conocidos como PUFA) quienes manifiestan la actividad inmunomoduladora más potente. Del mismo modo, entre los omega 3, aquellos de procedencia animal como el ácido eicosapentanoico (EPA) y el ácido docosahexanoico (DHA) son biológicamente más potentes que el ácido α-linolénico (ALA), presente en alimentos de origen vegetal como las semillas de lino, de chía y las nueces.

En cuanto a sus potenciales actividades, los PUFA son capaces de actuar sobre vías de señalización intracelular, factores de transcripción y sobre la expresión de determinados genes. En consecuencia, recientes ensayos clínicos han demostrado que manifestarían propiedades antiinflamatorias, y podrían ser útiles en el manejo de ciertas enfermedades inflamatorias y autoinmunes. Con su uso, se revela un beneficio significativo y una menor demanda de fármacos antiinflamatorios.

Las primeras evidencias de la importancia potencial de una ingesta diaria de ácidos grasos omega 3 derivaron de observar la baja incidencia de enfermedades autoinmunes en las poblaciones de esquimales nativos de Groenlandia, cuyo consumo de pescado era envidiable.

Fuente: National Geographic
Fuente: National Geographic

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Todas ellas están caracterizadas por unos niveles elevados de inteleucina 1 (IL-1), una citoquina proinflamatoria con múltiples funciones en la respuesta inmune. Una producción desregulada de esta citoquina puede contribuir al desarrollo y/o progresión de numerosas enfermedades de tipo autoinflamatorio (es decir, aquellas que surgen como consecuencia de una desregulación del proceso inflamatorio).

De forma similar, la artritis reumatoide, psoriasis, colitis ulcerosa, esclerosis múltiple y lupus eritematoso, son enfermedades autoinmunes también caracterizadas por niveles elevados de IL-1 y de leucotrieno LTB4, otra molécula proinflamatoria.

Para un funcionamiento óptimo del organismo debe existir un equilibrio omega 3 – omega 6, pero la realidad es que los ácidos grasos omega 6 predominan en las dietas occidentales peor planificadas (ricas en azúcares y grasas refinadas). Por tanto, cuando existen concentraciones superiores de omega 6 respecto de omega 3 tendrá lugar una actividad proinflamatoria en el organismo.

La suplementación con omega 3 suprime la capacidad de los monocitos de sintetizar IL-1 y TNF (factor de necrosis tumoral) del mismo modo que fármacos como los corticosteroides y la ciclosporina. Por tanto, como dichas citoquinas son las principales mediadoras de la inflamación, una reducción en su producción contribuiría a mejorar la sintomatología asociada a la inflamación, de dichos pacientes con enfermedades autoinmunes.

Fuentes de omega 3

Pescados grasos (salmón, caballa, atún, arenques, sardinas), semillas de lino molidas (siempre conservadas en el congelador para que no se oxiden los ácidos grasos), nueces, semillas de cáñamo y semillas de chía (hidratadas).


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¿Qué debemos tener en cuenta al elegir un suplemento de omega 3?

– Un buen suplemento de omega 3 debe tener una cantidad elevada de ácido docosahexaenoico (DHA).

– Algo de vital importancia es su pureza. En las grasas tienden a acumularse los metales pesados, con lo cual, debemos escoger un suplemento que proceda de una materia prima de calidad, que sea sometido a una correcta extracción y purificación. Esto está garantizado si el producto muestra el certificado IFOS, que garantiza el cumplimento de los estándares establecidos por GOED, OMS y CRN.

Precaución en pacientes en tratamiento con antiagregantes plaquetarios

Los ácidos grasos omega 3 suprimen el factor activador de plaquetas (PAF), un potente agregante plaquetario, con lo cual, inhiben en cierto modo la agregación plaquetaria. Por esta razón, no deben combinarse suplementos de omega 3 con fármacos antiagregantes plaquetarios como el ácido acetilsalicílico, ya que se potencia este efecto y podría resultar muy peligroso para el paciente. Siempre consulta con tu sanitario de confianza antes de incorporar un suplemento, ya que quizás pueda no ser necesario o resultar contraproducente.

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Referencias:

(1) Artemis P. Simopoulos (2002) Omega-3 Fatty Acids in Inflammation and Autoimmune Diseases. Journal of the American College of Nutrition, 21:6, 495-505, DOI: 10.1080/07315724.2002.10719248

(2) Chapkin RS (2009) Dietary docosahexaenoic and eicosapentaenoic acid: emerging mediators of inflammation, 81: 187-91.

 

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